Los héroes anónimos son personajes invisibles y no tienen un nombre, o los tienen todos, condensados en el día a día, desde el alba hasta la noche, todas las jornadas menos el domingo dedicadas a sostener el peso de la realidad, la afirmación de la existencia, diferenciando el ser de lo que es, cuidando que no se apague el piloto del calefón de la ternura.
Las personas célebres no pueden ser héroes anónimos y deben cargar con el personaje (o luchar contra él) que los demás construyen sobre sus logros, sus talentos, habilidades, virtudes y dones. Unas y otros habitan, habitamos, el mismo soplo efímero, el mismo ensueño.
Hoy, estos días 2021, a la cola de un año marcado por la salida a escena de un monstruo que enferma y mata sin discriminar, apenas podemos mirarnos a los ojos con las mismas interrogaciones mudas, apenas podemos distraernos o asombrarnos con otras noticias que no refieran a la tragedia, el dolor, el sufrimiento, el duelo. Hoy, en estos días, la rosa de los vientos ubicó la ciudad entre todas las ciudades y sólo se oyó la canción global que se hizo de todas las canciones atrapadas en la misma y única tormenta.
Casi por reflejo, en muchos de nosotros fue formándose una idea como gesto de alzar los brazos en defensa, en protección de la cara embarbijada con los puños enguantados: acá estamos, porque no está muerto quien pelea, y con nosotros están los que estuvieron y lo hicieron, los que aún están y lo hacen. Y valoramos también los ejemplos de los que siguen luchando después de muertos: ellos hacen la diferencia, señalan caminos posibles, hablan de cumplir sueños, de disfrutar de lo más íntimo y sencillo.
Así, partiendo desde lo incierto, ajustándonos a la eterna y siempre incompleta formación del instante que dimos en llamar año, o doce meses, quisimos encender doce lucecitas a modo de guía en el espejo que fue abismado por la oscuridad del año bisiesto: cada una de esas lucecitas ilumina la ciudad, brillando humildemente en el paso de los días.
Para las figuras en el almanaque y los héroes que lo miran el mensaje es el mismo: ¡gracias!
Andrés Maguna